52 retos de escritura #semana 3 mamlambo

 Nunca me habían interesado los cuentos de fantasmas ni las criaturas que no pudiera ver ni entender pero todo cambio cuando vi el cadáver de aquel hombre medio podrido junto al pantano.

Llevaba poco en ClanWilliams, apenas una semana. Me habían destinado precisamente a esta ciudad desde Ciudad de Cabo por la aparición de varios cadáveres en las mismas circunstancias. A escasas dos horas y media de distancia. 

Yo como investigador de crímenes en una ciudad tan grande había visto muchas cosas, pero nada me había preparado para ver un cadáver tan desfigurado y en tan mal estado. Los profundos arañazos que se apreciaban en el cuello habían arrastrado la mitad inferior de la cara dejando al descubierto parte del hueso de la mandíbula y había desaparecido la carne en torno a su nariz. Las cuencas de los ojos estaban infestadas de gusanos blancos y pequeños devorando cada parte blanda de carne que aun se mantenía intacta. De la cabeza aun se conservaban algunos mechones dispersos unidos a carne que se había desprendido y colgaban formando figuras siniestras. El cráneo estaba abierto como si lo hubieran golpeado cual coco y donde se debería encontrar parte del tejido blando del cerebro, estaba completamente vacío.

El resto del cuerpo se encontraba en un estado de descomposición propio de haber permanecido varios días sumergido en el agua del pantano, pero a pesar de algunos miembros doblados en ángulos imposibles no presentaba signos de violencia de importancia, no al menos comparándolo con el estado de la cabeza.

Y eso era precisamente por lo que yo, Johannes William, Investigador del departamento de crímenes especiales de la Ciudad de Cabo, había acabado con las botas metidas en ese pantano, agachado sobre el cuerpo de este hombre, y preguntándome que clase de criatura había echo eso, porque seamos claro, ningún hombre o mujer podría ser capaz de semejante crimen.

En la zona de alrededor a donde aparecieron los otros cadáveres, corrían rumores como la pólvora de una extraña criatura que salía del rio cuando tenia hambre y devoraba los cerebros de las criaturas que en es momento estuvieran por la zona. 

Yo por supuesto no había creído esos rumores. No al menos hasta que me agaché junto al cuerpo. 

El cuerpo era imposible de identificar, aun así buscamos entre personas desaparecidas alguien con sus mismas características de peso y altura. Preguntamos por la zona para ver si encontrábamos algo en común entre este crimen y los anteriores. Todos los cuerpos habían sido encontrados en escenas similares. Todos tenían el cráneo abierto y la cara desfigurada, lo que complicaba nuestro trabajo.

Entre el equipo que tenía bajo mis ordenes en este caso, los nervios estaban a flor de piel. Muchos de los hombres que me seguían habían nacido cerca de este pantano y todos ellos conocían las leyendas que por él circulaban, y aunque ninguno se atrevía a decir nada en voz alta, yo sabía lo que entre susurros se decían.

Todos hablaban de Mamlambo.

Esa misma noche, en la habitación del hotel en el que me alojaba, saque mi portátil y me conecté buscando información sobre ese ser que tanto nerviosismo estaba causando. Las imágenes que aparecieron en la pantalla nada mas escribir su nombre eran increíbles y espeluznantes a partes iguales. La describían como una serpiente con cabeza de caballo y pies de pez similar a un reptil de unos 20 pies de largo, de un color verde que brillaba a la luz de la luna. Estaba considerada como una deidad sudafricana que se alimentaba de cerebros, una "diosa de los ríos" la llamaban.

Sin creérmelo del todo y con las imágenes aún en mi mente, cerré el ordenador y salí a dar un paseo.

Lo descrito en las páginas de internet se asemejaba mucho a las escenas de los crímenes, y aunque era una teoría descabellada, con este ser se podían explicar muchos de los detalles del crimen que de otra forma no tenían explicación. 

Mis pasos me llevaron dando un paseo bajo la luz de luna. Serían cerca de las diez de la noche y aunque había varias nubes en el cielo, no impedían que la luna se ocultara. Era una noche agradable para pasear por lo que deje atrás el barullo de las calles abarrotadas y me metí por un parque algo mas tranquilo para dejar que mi mente vagara por mis pensamientos. Realmente no había elegido un camino por lo que me extraño cuando oí el susurro del agua. Delante mío había un rio que brillaba bajo la luz de la luna y fluía tranquilo. 

Cuando me aproxime más algo se movió en la orilla. No podía verlo bien, estaba agachado sobre algo, así que me acerque más. En el momento que notó mi presencia ese algo se incorporó. Estaba a escasos cien metros de donde me encontraba, pero el miedo paralizó mis piernas. Mi cerebro me estaba jugando una mala pasada. Era tal como lo había visto en las imágenes. La cabeza de caballo que se alzaba sobre el cuerpo de serpiente. Parecía mas alto pero no podía estar seguro. Se estaba aproximando a mi y parecía que me estaba sonriendo. De su boca hilillos de sangre corrían hacia su cuello, y llevaba enganchados a los dientes trozos de carne y pelo. Intenté sacar la pistola que siempre llevaba en el cinturón pero no la encontré. Las piernas seguían sin funcióname por lo que la opción de escapar cada vez me parecía mas difícil. 

Mientras se acercaba note que algo cambiaba en ese ser. Se fue transformando en un cuerpo de mujer con unas piernas largas y caderas anchas, pechos grandes ligeramente caídos y un pelo negro largo que ocultaba sus pezones y le llegaba hasta la cadera. De sus labios caían aun hilillos de sangre volviéndolos rojos y al sonreír unos dientes afilados se dejaban ver con trozos de carne aun adheridos. Cuando llego ante mí note un olor a agua pantanosa y pescado. Sin embargo no sentí miedo, quizá el hechizo de esa diosa del rio me había hipnotizado. Lentamente apoyo sus labios sobre los míos e introdujo su lengua bífida en el interior de mi boca. Y suavemente se apartó, me cogió de la mano y me condujo al rio junto a ella. Me dejé guiar como un niño tras su madre, note el agua cuando entré en el rio, como se agitaba alrededor de mis tobillos. Delante de mi la Mamlambo estaba volviendo a su ser mientras el agua la cubría por completo. Ahora una garra tiraba de mi hacia las profundidades del rio. Mis pulmones notaron la presión al sumergirme en el agua y una oscuridad comenzó a invadirme. Intenté zafarme de la garra cuando note que no me quedaba aire en los pulmones, pero fue inútil, la presión de la garra sobre mi muñeca era demasiado fuerte. La profundidad del rio era inmensa y la oscuridad me envolvió por completo.




Fuente https://es.wikipedia.org/wiki/Mamlambo

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