preparando torrijas de carnaval

 


Miro la barra de pan duro que había quedado encima de la mesa del día anterior. Podría hacer unas torrijas pensó. Se acercaban carnavales y era un postre que en casa gustaba mucho para merendar. Sacó la leche de cabra de la nevera. En casa los postres siempre se hacían con leche de cabra. Se lo había enseñado su tía cuando le preparaba ese arroz con leche de la leche de las cabras que tenían en el pueblo. Puso un litro de leche en un cazo junto con una ramita de canela y un poco de cáscara de limón, solo lo amarillo nada de blanco que sino amarga, sonrió recordando las palabras de la abuela. Cuando empezó a hervir añadió dos cucharada de azúcar y media más por si las moscas y un chorrito de anís pero pequeño que a los niños también les gustaban las torrijas. Enseguida la cocina se empezó a llenar de un maravilloso olor a leche caliente. El olor le transportó a la cocina de la abuela. La veía de espaldas con el delantal verde, el único toque de color que se permitía, puesto que siempre vestía de negro, canturreando alguna cancioncilla mientras trasteaba por la cocina preparando ricos postres, guisando o simplemente sentada junto al hogar. Cada vez que como en esta ocasión prepara algún postre, se acordaba de ella con cariño pues todo lo que sabía se lo había enseñado ella. El sonido de la leche comenzando a hervir la sacó de sus ensoñaciones y con cuidado aparto el cazo para dejarlo templar. Mientras tanto cogió la barra de pan y comenzó a hacer rebanadas de un dedo rechoncho como decía la abuela, que siempre usaba como referencia los dedos del abuelo. Las puso sobre una fuente y fue echando la leche sobre ellas dejando que se empapen bien. Cogió un huevo de la nevera y apartándole los rastros de paja lo cascó en una fuente y lo batió. Cuando las rebanadas estuvieron bien empapadas las sacó las untó en el huevo batido y las puso en una sartén con bien de aceite de oliva caliente. Vuelta y vuelta y cuando empezaron a coger un tono dorado las sacó y las puso encima de unas servilletas para quitarles el aceite sobrante. Sin que llegaran a enfriarse les espolvoreo un poco de azúcar y un poco de canela molida. Y ahora solo habría que esperar a que se enfriaran un poco y disfrutarlas en familia en una buena merienda.


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